martes, 8 de junio de 2010

El aprendizaje en la complejidad

Xavier Vargas (2005) ha hecho un análisis exahustivo del término aprendizaje. En la reseña etimológica y teórica, basada en autores como Ausubel, Piaget y Habermas, que el autor presenta aparece una complejidad inusual del término, de manera que la concepción mecanicista consistente en “tomar de fuera” e “introducir” es fácilmente desmontada. Aprehender significa ahora no sólo tomar o coger. En la reconceptualización de los paradigmas educativos, aprehender se redefine con la significatividad y la situabilidad de los objetos para reinterpetar la realidad y trasformarse a sí mismo.
Una precisión de términos, sin embargo, es necesaria. Pues aprendizaje y conocimiento son conceptos aparentemente afines, por lo cual valdría la pena clarificar la dimensión y alcances de cada uno, de frente a un análisis como éste. Se asume que ambos refieren a procesos de transformación humana, pero una sinonimia o bien una diferenciación semántica, dada por sentada, puede generar confusión ante la práctica docente. Piaget, por ejemplo, citado por el propio autor, alude siempre a “conocimiento”, mientras que el objeto del texto es analizar el “aprendizaje”.
Una vez que se haya hecho tal distinción, y ateniéndose sólo a “aprendizaje”, habrá que admitir la complejidad –sustentada específicamente en Morin- como conjunto de procesos basados en las necesidades y potencialidades del individuo. Las cuales involucran al sujeto en interacción constante con la realidad, como objeto de manipulación, mediante la construcción de instrumentos apropiados de acuerdo con las necesidades de asimilación y acomodación.

Concepciones del aprendizaje

Si se descarta una perspectiva educativa tradicional es difícil desechar alguna de las posturas teóricas conocidas sobre el aprendizaje; en la llamada era de la información este postulado cobra vigencia particularmente amplia. El aprendizaje es en este contexto un término difícilmente separable de otros como información, conocimiento y educación (Pozo, 2000); al mismo tiempo es riesgoso pensarlo como proceso unidimensional (Piaget y García, 1996), como sugeriría la adopción de una definición o un conjunto previsible de ellas.
Puesto que se ha reconocido que el aprendizaje es un proceso complejo, no lineal, valdría la pena pensar en la posibilidad de que un mismo sujeto aprende no de una sola manera; sino que, dependiendo de diversos factores, coexisten de modo simultáneo en su actividad neuronal y psicomotriz, tanto como afectiva, diferentes formas de aprendizaje. Si esta hipótesis es válida, estaríamos llamados a considerar que el conductismo, aún con la desvalorización en la que ha caído, converge con el constructivismo en un mismo evento de aprendizaje, por poner un ejemplo contrastivo. De igual manera careceríamos de razones para decir que un aprendizaje “por descubrimiento” no pudiera ser, al mismo tiempo, “significativo” y desarrollado mediante el “procesamiento de la información”
La hipótesis de lo que aquí llamaremos el Aprendizaje Complejo tiene especial relevancia en los contextos educativos formales. Puesto que los profesores, y las autoridades de todos los niveles, quedamos comprometidos con una perspectiva de la enseñanza también Compleja, aparece como requisito no perder de vista las relaciones entre ambos procesos: enseñanza implica aprendizaje, y aprendizaje implica por su parte información, educación y conocimiento, por lo pronto acotados en lo escolar, pero siempre extendidos a lo extraescolar. Bajo esta perspectiva la llamada educación por competencias, como cualquier otra, tendría en su base conceptual no un inventario ad hoc de teorías del aprendizaje, sino un panorama complejo y a veces impredecible de acuerdo con la naturaleza humana.
Por lo tanto, parecen razonables dos cosas: primero conocer a fondo y de manera amplia las diferentes aproximaciones teóricas sobre el aprendizaje, puesto que en conjunto y cada una de ellas dan cuenta de dimensiones específicas del desarrollo en relación con la realidad de los sujetos. Segundo, no descartar ni privilegiar a priori ninguna de dichas aproximaciones, puesto que factores de diferente índole siempre influyen respecto a las maneras de aprender.
Referencias
Piaget, Jean y Rolando García (1996). Psicogénesis e historia de la ciencia. México. Siglo XXI
Pozo, I. (2000). Aprendices y maestros. España. Alianza.